UN
CABALLERO PRUSIANO.
Escrito
por Abigail Truchsess
A
finales de 1989, en medio de un festival internacional de teatro, a las puertas
del Ríos Reyna, un amigo me dio el
mejor de los regalos: La revista Encuadre, Número 19 del mes de junio.
-
Ahí aparece tu abuelo-. Me dijo.
-
¿Y qué hace mi abuelo aquí?
-
Es uno de los pioneros del cine en Venezuela.
¿No lo sabías?

Del
abuelo tenía vagos recuerdos, fue él quien decidió los nombres de casi todos
sus nietos.
Era
estricto, había perdido una pierna en un accidente de moto y usaba una “pata de
palo”, no era una pata de palo, era una prótesis, pero así decían todos. Cuando papá lo invitaba a almorzar teníamos
que sentarnos derechos, usar los cubiertos con propiedad, no pedir salsa de
tomate Ketchut para las papas fritas
y jamás desordenar la mantequilla; si queríamos untar el pan debíamos pasar el
cuchillo, delicadamente. Si la mantequilla no quedaba plana, el abuelo
protestaba.
-
¡Ni en las trincheras había visto algo así!
Las
trincheras eran las de la Primera Guerra Mundial, hundidas en tierra, cubiertas
con ramas y bajo las cuales se escondían él y sus compañeros. Al escuchar los pasos del enemigo, chaz,
chaz, chaz, en estricto silencio, sacaban de la bota un pequeño revolver y se
lo ponían en la sien, la orden era
matarse y no entregarse… Mientras los soldados, apenas respirando, permanecían
atentos al cese de los pasos, en un rincón, sobre una improvisada mesa, se hallaba
la mantequilla, plana y ordenada.
Henner
Rochus von Truchsess, nació el 24 de diciembre de 1892, en Koenigsberg, “Monte del Rey” en español, capital de Prusia Oriental, ciudad devastada y tomada por los soviéticos en 1945. Hoy en día se le
conoce como Kaliningrado.
Sus
padres fueron Ferdinand von Truchsess y Emma von Klinckowstrom; En 1911 entró a
la Academia de la Armada Royal Prusiana; en 1916 fue condecorado con la Cruz de
Hierro y la medalla de Austria. Después
del Armisticio, pasa a la reserva con el rango de Capitán.
Ninguno
de los datos anteriores ha sido confirmado. Guardamos las medallas como tesoros
familiares, pero carecemos de documentos que certifiquen su nacionalidad.
Era de los hombres que creía en la palabra y viviendo aún
en Berlín, un comerciante azteca le vendió tierras por un valor de 100 marcos
de oro, sellaron el trato con un apretón de manos. Viajó hasta México y no
encontró nada, lo habían estafado. Se
embarcó entonces con destino a Venezuela, arribó en 1927, durante la dictadura
de Juan Vicente Gómez, entró por el Puerto de la Guaira con un
pasaporte a nombre de un pariente, Otto Reinhold Truchsess, nunca supimos por
qué.
Se
asentó en Maracaibo, allí se casa con una joven de 17 años, de cuello largo y
el perfil de la reina Nefertiti, Abigail Boccheciampe, la abuela, con ella tuvo
seis hijos: Henner, María Teresa, Gísela, Dietrich, Arnim y Axel.
Gracias
al director de origen francés Phillipe Toledano, pude entrevistarme con José
Miguel Acosta, quien ha dedicado gran parte de su vida a investigar la historia
cinematográfica del país.
-
Si la familia de Henner cobrara por
derechos de autor, serían millonarios. ¿Has visto una proyección que siempre
aparece en los documentales sobre la muerte de Juan Vicente Gómez? Las imágenes
gráficas de “La Demolición de la Cárcel
de Rotunda”, eso lo hizo tu abuelo.
Me
contó que para 1936, H.R. Truchsess trabajaba como camarógrafo en el
Laboratorio Cinematográfico de la Nación, dependiente del Ministerio de Obras
Públicas; después fue ascendido a director.
-
Él fue quien introdujo la propaganda
institucional dentro del noticiero, como se hacía en los Estados Unidos.
Otro
de sus trabajos se tituló “Islas de
Perlas” un documental, filmado en 16 milímetros, de una hora de duración
que mostraba la vida cotidiana de los neoespartanos.
En
1938 Rómulo Gallegos creó los Estudios
Ávila y comenzó a trabajar con él.
En
la familia cuentan que el abuelo le propuso a Gallegos realizar “Doña Bárbara”. No había perdido su
costumbre de establecer acuerdos de palabra y después de tranzar con el
escritor, viajó hasta Apure. Sudó
bastante tratando de mantener la cámara firme, de pie, mientras cruzaba el
Arauca en curiara, gastó sus ahorros en la empresa.
De
regreso a Caracas buscó a Gallegos, le presentó el material junto a una
detallada factura, tal como habían quedado, Gallegos se quedó con el material y
nunca le pagó.
-
¡Es un farsante!- Decía molesto, cada vez
que lo veía en la prensa y lo maldijo.- ¡Doña Bárbara jamás será realizada en
suelo venezolano!
No
le fue tan mal a Gallegos, “de más allá
del Cunaviche, de más allá del Cinaruco, de más lejos que más nunca”, se
estrenó la historia de la trágica guaricha en 1943, en México, protagonizada
por María Félix y Julián Soler. Existe otra versión de 1998, producida en
España…
Su
proyecto más doloroso fue la historia del músico José Ángel Lamas, autor del Popule Meus.. Nunca logró concretarlo;
sin embargo, no perdió la pasión ni la confianza en sí mismo. En la papelería de su empresa, Orbis Terrarum, registrada en Maracaibo,
se lee la siguiente inscripción: “Cámaras
no hacen películas. Lentes, emulsiones, fórmulas, no hacen películas. Películas
son hechas detrás de las cámaras. Películas son construidas.”
“Vatti”,
como todos le decíamos cariñosamente, “papi” en alemán, no era un hombre
religioso, pero creía en el alma.
-
No puede ser que el hombre muera como una
cucaracha. Tiene que haber algo más.

-
Mutti está muy mal.
-
Ay cuánto lo siento. ¿Y usted cómo está
señor Truchsess?
-
¿Cómo voy a estar? Si Mutti está mal,
estoy mal yo.
-
Ay qué lindo, señor Truchsess. Hasta
luego.
La
respuesta de Vatti se regó por los
pasillos de la clínica, las amigas de Abi lo celebraron muchísimo.
-
Ellas dicen que los maridos venezolanos no
suelen ser tan solidarios con su mujer, mientras que tu venerable padre es, como
ves, de alta fidelidad.- Le contó luego a papá.
Al
paso de los años, comenzó a sentirse solo y escribió al consultorio sentimental
de la Revista Vanidades bajo el
seudónimo “Ignotus”. Le respondieron y necesitó de una cómplice,
su nuera Astrid, la esposa de Arnim, llevó los ramos de rosas para las
señoras.
Tres
llamaron su atención: la primera tenía muchas necesidades económicas y él no
quería establecer una relación fundamentada en la necesidad. La segunda, era
hermosa, rubia, delgada, de grandes ojos verdes, muy elegante, vivía en
Altamira y era familia del pintor Luis Alfredo López Méndez.
-
¡Muy mojigata!
La
tercera era chilena, viuda con una hija. Sus hijos mayores, Henner y María
Teresa pusieron el grito en el cielo, cuando supieron que el padre tenía novia.
-
¡Cómo es posible! ¡Vatti está viejo para
andar en eso!
Y
en “eso” anduvo algunos años, la relación se enfrió por el rechazo de los hijos
y el hábito del cigarrillo de la chilena.
-
El amor tiene un prólogo y un epílogo.- Le
confió un día a Astrid-, y ella después del acto amoroso se levanta y sale a
fumar. Me hartó.
El
21 de julio de 1969, Neil Armstrong pisó la superficie de la Luna, el hecho fue
retrasmitido por todo el planeta. El abuelo lo vio por Radio Caracas
Televisión.
-
Varias veces perdí los estribos. No pude
hablar. Se me quebró la voz cuando vi a Míster Nixon telefoneando con los
hombres en la Luna, y ellos le contestaron, saludando con disciplina
militar. Lloré. Es que soy de otro siglo
y de otras tierras.
El
día que murió, su perro, un pastor alemán llamado Inca, estaba echado bajo la cama, esperando por él; de pronto, levantó las orejas, nadie había
tocado el timbre o sonado las llaves, pero Inca
corrió hasta la entrada, se sentó en el
porche y levantó la pata para saludar.
Así recibía siempre al abuelo, esa tarde, lo despidió.
Definitivamente
no somos “cucarachas”. Vatti sigue
presente en sus nietos, bisnietos y tataranietos; arquitectos, músicos, periodistas,
en algunos de nuestros hábitos, en la manía de fotografiarlo todo y en la
mantequilla, plana y ordenada.
Caracas, 14 de
febrero de 2015.