viernes, 30 de mayo de 2014

EL ORIGEN DE LOS CUENTOS.


EL ORIGEN DE LOS CUENTOS.

Por Abigail Truchsess

Hace mucho tiempo atrás…
Los reyes de una tierra lejana pidieron a un científico, un artista, un filósofo y un comerciante encontrar el lugar donde se hallara la verdadera sabiduría.  

Todos accedieron honrosos a la ventura y cada quien emprendió un camino diferente. Al tiempo, uno a uno encontró en su propio oficio un argumento idóneo para afirmar que la sabiduría se encontraba ya sea en la ciencia, el arte, la filosofía o el dinero.  
El día de la asamblea, reunidos ante los reyes y la comunidad, el científico, el artista, el filósofo y el comerciante tuvieron la oportunidad de expresar su parecer y la discusión fue tal que terminaron a golpes, sin conclusión alguna.

En medio del pandemonio una niña llama la atención de los presentes, dice a gritos emocionados que ha encontrado la sabiduría y cuando van a ver de quién se trata, se topan de frente con un anciano sentado en una piedra, con ojos color infinito que, como un caleidoscopio, se transformaba en príncipe, caballero, doncella, bruja, mago, campesino.
¡Hasta un dragón de siete cabezas!
Y dieron con la respuesta: La sabiduría del mundo se encuentra en los cuentos.
Nuestras primeras historias comenzaron alrededor del fuego con la tribu o el clan reunido junto al más anciano que contaba sobre tiempos inmemoriales y fue gracias a estos contadores que se conservó, durante milenios, la cultura de los primeros asentamientos humanos.

Los antropólogos han coincidido en asegurar que son tres los momentos más importantes de la evolución del hombre: cuando baja de los árboles y empieza a caminar erguido, el espacio del cráneo se expande; cuando comienza a fabricar herramientas de piedra (llamadas “líticas”) y finalmente, el momento en que transita de una sociedad de cazadores-nómadas a una de agricultores-sedentarios. 
   

Este periodo de la historia se conoce como “la gran revolución del neolítico” y está estimada entre los 10 mil y 4 mil años AC.  No es sino hasta el año 5 mil AC que comienzan a elaborarse los primeros vestigios alfabetiformes en Asia Occidental, en consecuencia, la cultura de todo este largo transitar nace y sobrevive gracias a los mitos, cuentos y leyendas transmitidos oralmente.  

El hombre siempre se ha preguntado de dónde viene, hacia dónde va, qué hay después de la muerte, cómo surgen los seres y las cosas y esos primeros relatos dan respuestas a esas primeras preguntas que aún, en pleno siglo XXI con todo y los grandes avances de la ciencia, se siguen buscando.

Las normas de convivencia, las reglas sociales, los fundamentos básicos para mantenerse vivos en comunidad eran narrados de manera tal que todos pudieran recordarlas e identificarse a través de la risa, la rabia, el llanto y el miedo.   

Y mientras unos seguían defendiendo la vida trashumante, la cacería, las migraciones según las estaciones de la presa favorita, siempre con la tienda a cuestas; los otros exaltaban los grandes privilegios de la tierra, el cultivo, la fertilidad, la propiedad privada, la habitación permanente y la sepultura.   

Estas sociedades en pugna y desconfianza mutua pautan la temática de las historias,  y la añoranza del “paraíso perdido”; pues, volviendo a las investigaciones de los antropólogos y los arqueólogos, el paso de un género de vida cómodo, donde la tierra ofrecía sus frutos y los animales eran fáciles de cazar, a la agotadora labor del cultivo y la domesticación de animales, fue por necesidad y no deseo.   

Los cambios climáticos obligaron al hombre a dominar su ecosistema. Las cinco grandes civilizaciones de la antigüedad: Mesopotamia, Egipto, Valle del Indo, China y Mesoamérica, se desarrollaron gracias al aprovechamiento y dominio de los ríos, pero este cambio costó grandes esfuerzos, imposiciones, división del trabajo, jerarquización  y yugo.  

¿Cómo no iban a desconfiar los hebreos de los egipcios?

En los cuentos de la Biblia, vista desde su extraordinario valor literario, la desconfianza se evidencia cuando Caín y Abel presentan sus ofrendas al Creador que favorece a Abel, el pastor, quien presenta “una oblación de los primogénitos de su rebaño y de la grasa de los mismos”.  

En la historia de Adán y Eva siempre me he preguntado ¿qué fue lo que se le reveló a Eva cuando mordió la manzana? Estamos hablando del fruto del árbol del conocimiento, qué fue lo primero que ella pensó.  A saber “se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos”, es lo que dice el relato que se centra luego en la ira de Dios a causa de la desobediencia.
Si apartamos los vacíos prejuicios, la falsa moral,  el estar desnudos”, el sabernos desnudos no es acaso una forma de conciencia, del aquí, del ahora.

Eva “abrió los ojos” y se vio expuesta a los ojos del otro, de Adán, en medio de la naturaleza inmensa que Dios había creado para ellos.  Cuando Dios los expulsa del Paraíso, deben trabajar la tierra, ganarse su sustento: “con fatiga sacarás del suelo el alimento todos los días de tu vida”.   

Recuerdo el día en que mi padre se enfermó por vez primera y hubo que hospitalizarlo.  Recuerdo que me detuve en el marco de la puerta que daba hacia terapia intensiva y lo vi conectado a varios aparatos, me sentí desvalida ante la certeza de la muerte: Ya no puedo seguir dependiendo de papá -pensé- tengo que buscar trabajo.

Su enfermedad me abrió los ojos, me sacó de mi casa segura, de mi manutención… En tiempos de crisis y desempleo, tan frecuentes en esta Venezuela socialista del siglo XXI, tengo un sueño recurrente: Le reclamo a mis padres ¿Por qué tengo que ser yo la que cubre todos los gastos de la casa?  Mis padres ya murieron pero el sueño siempre regresa, la añoranza de aquellos días, de mi niñez despreocupada y consentida, mi paraíso perdido.
"Blancanieves". Ilustración de Tatiana Hauptmann.
El libro de los 101 cuentos, Editorial Anaya.


Fue en los sueños de sus pacientes y su similitud con los temas que aparecen en los mitos universales que Carl Gustav Jung fundamentó su teoría del “inconsciente colectivo” y “el arquetipo”: los bosques tenebrosos, las transformaciones, el abandono, la desnudez, la capacidad de volar, los monstruos, etc.
Esta teoría explica además por qué en lugares tan remotos y civilizaciones que históricamente no tuvieron ninguna relación, han aparecido mitos y cuentos similares.  Ni Blanca Nieves ni Cenicienta son exclusivas del folklore alemán, las hay también en España con otros nombres y los vampiros no vienen de los Cárpatos, también los hubo en Egipto y en Grecia.
  
Los mitos, los cuentos y las leyendas son mucho más que frases bien estructuradas del lenguaje, son el testimonio de la historia de la humanidad, de la imaginación, las emociones y el poder creador del hombre. 

¿Dónde más puede hallarse entonces la sabiduría?

Fin



No hay comentarios.:

Publicar un comentario