miércoles, 21 de mayo de 2014


LA SATIRA SOCIAL Y POLÍTICA EN “LOS VIAJES DE GULLIVER”
Por Abigail Truchsess

Guiados por un instinto exagerado y mal entendido de sobre protección, los padres y  maestros se han empecinado en aniñar (entiéndase por “aniñar”, edulcorar hasta el coma diabético)  los cuentos para los más pequeños. El cine y la televisión han contribuido, concienzudamente,  en esta masacre de malformación de mitos. 

Los viajes de Gulliver” es una de estas obras mutiladas de su grandiosidad.

El adulto despistado que tenga la sensatez de compartir con sus hijos la lectura de la historia original, encontrará una visión feroz de la sociedad inglesa del siglo XVIII, una amargura intensa hacia la política, los intelectuales, científicos,  religiosos;  en suma, un profundo desprecio por el género humano.

Jonathan Swift, el autor, era misántropo. 


!Bueno, su vida no fue un jardín de flores!
 
Nació en Dublín en 1667, siete meses después que su padre muriera y dejara a la familia en la más completa ruina. Un tío rico se encargó de su educación y al parecer le echaba en cara con demasiada frecuencia el costo de la misma.  Así comenzó su amargura y con toda razón ¿para qué te van a hacer un favor si después te lo están cobrando?  Al cumplir 28 años ingresa al sacerdocio y se independiza,  es asignado a una pequeña parroquia en Irlanda, y “conoce la pobreza”, es decir, que la conoce un poco más.
Tuvo una historia de amor secreto, especulativo y triste.   
La felicidad fue para él una opción por la que nunca apostó.  En “El cuento de un tonel” obra publicada en 1704, la define como “una posesión perpetua de saberse bien engañado”
Cuando alcanza la fama mantiene su vida austera en la parroquia de Dublín,  aunque toma revancha y reacciona con desprecio hacia los grandes señores que acudían a visitarlo para ganarse su conveniente amistad.  Mientras mayor era la jerarquía, mayor era la cortesía que Swift le exigía:
- Si permitimos a estos distinguidos señores que se tomen excesivas libertades, pronto no conservaremos ante ellos influencia alguna.
Intentó ingresar a la Cámara de los Comunes y no lo logró, dirige entonces su ambición hacia la Cámara de los Lores y la reina Ana le cierra el paso, por “impío y blasfemo, con demasiada afición a la sátira para ser obispo”.
No se equivocaba la reina, Jonathan Swift  hizo de la sátira su mejor arma para representar la realidad:  Hubiera podido quizá, como hacen otros, entusiasmar al lector con relatos fantásticos e increíbles, pero prefiero presentaros los hechos en forma tan detallada y sencilla como sea posible, pues mi primer cuidado y preocupación es ilustrar al lector, en vez de hacerle pasar un rato entretenido.

Los hechos sencillos de los que habla Swift son un país de gente miniatura, la tierra de Liliput, Brobdingnag el país de los gigantes, Lupata, lugar donde todos tenían la cabeza inclinada y los ojos virados (yo he visto a más de uno caminar así). 
 
 
Habla también de la dependencia en tierra firme de Lupata que es el país de los Balnibarbas donde la principal ocupación es crear proyectos magníficos,  que jamás se ponen en práctica y los habitantes de aquel infortunado lugar visten harapos y viven en casas destartaladas, en medio de tierras fértiles sin cultivar,  (esta descripción me dolió en mí ser latinoamericano). 
 
Finalmente, llega a Houyhnhnms, ahí los caballos hablan (sí, los caballos)  y son de naturaleza perfecta, comportamiento lógico y racional, mientas que los humanos son unos salvajes, peludos, rapaces, entregados a sus peores instintos.   

“Los viajes de Gulliver” fueron el gran acontecimiento literario del año 1726. Alejandro Pope, poeta inglés y amigo de Swift le escribe: “toda la ciudad, hombres, mujeres y niños, personas de toda condición social, no hablan más que de este libro”.
Es una obra humorística, de crítica social y política.  ¿Por qué la infantilizaron?

Mientras leía tuve esa sensación de estar “fuera de grupo” y pensé que los lectores ingleses se divirtieron mucho más que yo, ellos sabían bien a quien estaba ridiculizando, de quienes se estaba burlando Swift cada vez que el circunspecto navegante Lemuel Gulliver describía las raras costumbres de las razas de cada nuevo país que descubría.    
A mí me tocó investigarlo y de acuerdo a los académicos, la artillería apuntaba contra la guerra entre Francia e Inglaterra, la rigidez del sistema educativo inglés, la corte de Jorge I, su primer ministro Robert Walpole y los científicos y filósofos de la “Royal Society”.
El humor y la política siempre han ido de la mano, el humorista, por ética y genética siempre estará en contra de lo establecido.  En Venezuela existen ejemplos magistrales de esa vocación, los gigantes Job Pim, Leo, Aquiles Nazoa que entregaron todo su ingenio a los reclamos de la sociedad civil. 

Hoy más que nunca, los humoristas ocupan papel protagónico en el ánimo del venezolano, soy de la tesis que ha sido gracias al humor que hemos aguantado tanto mal gobierno.
Sigamos adelante, riendo, aunque nos duela.   Y si tienen tiempo, échenle una ojeada a los Viajes de Gulliver, se van a reír mucho comparando lo que fue aquello con el mundo de hoy.  Las cosas no han cambiado tanto.  
NOTA FINAL: ¡Gloriosa coincidencia! Al terminar de escribir este artículo me encuentro con la noticia del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y humanidades 2014 otorgado a Quino.  ¡Bravo!    

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