LA
SATIRA SOCIAL Y POLÍTICA EN “LOS VIAJES DE GULLIVER”
Por Abigail Truchsess
Guiados
por un instinto exagerado y mal entendido de sobre protección, los padres y maestros se han empecinado en aniñar
(entiéndase por “aniñar”, edulcorar hasta el coma diabético) los cuentos para los más pequeños. El cine y
la televisión han contribuido, concienzudamente, en esta masacre de malformación de mitos.
“Los viajes de Gulliver” es una de estas obras
mutiladas de su grandiosidad.
El
adulto despistado que tenga la sensatez de compartir con sus hijos la lectura
de la historia original, encontrará una visión feroz de la sociedad inglesa del
siglo XVIII, una amargura intensa hacia la política, los intelectuales,
científicos, religiosos; en suma, un profundo desprecio por el género
humano.
!Bueno, su vida no fue un jardín de flores!
Nació en Dublín en 1667, siete meses después que su
padre muriera y dejara a la familia en la más completa ruina. Un tío rico se
encargó de su educación y al parecer le echaba en cara con demasiada frecuencia
el costo de la misma. Así comenzó su
amargura y con toda razón ¿para qué te van a hacer un favor si después te lo
están cobrando? Al cumplir 28 años
ingresa al sacerdocio y se independiza, es
asignado a una pequeña parroquia en Irlanda, y “conoce la pobreza”, es decir, que la conoce un poco más.
Tuvo
una historia de amor secreto, especulativo y triste.
La
felicidad fue para él una opción por la que nunca apostó. En “El
cuento de un tonel” obra publicada en 1704, la define como “una posesión perpetua de saberse bien
engañado”
Cuando
alcanza la fama mantiene su vida austera en la parroquia de Dublín, aunque toma revancha y reacciona con
desprecio hacia los grandes señores que acudían a visitarlo para ganarse su
conveniente amistad. Mientras mayor era
la jerarquía, mayor era la cortesía que Swift le exigía:
- Si permitimos a estos distinguidos señores que se tomen excesivas libertades, pronto no conservaremos ante ellos influencia alguna.
Intentó
ingresar a la Cámara de los Comunes y no lo logró, dirige entonces su ambición
hacia la Cámara de los Lores y la reina Ana le cierra el paso, por “impío y blasfemo, con demasiada afición a la
sátira para ser obispo”.
No
se equivocaba la reina, Jonathan Swift hizo
de la sátira su mejor arma para representar la realidad: “Hubiera
podido quizá, como hacen otros, entusiasmar al lector con relatos fantásticos e
increíbles, pero prefiero presentaros los hechos en forma tan detallada y
sencilla como sea posible, pues mi primer cuidado y preocupación es ilustrar al
lector, en vez de hacerle pasar un rato entretenido.”

Habla también de la
dependencia en tierra firme de Lupata
que es el país de los Balnibarbas donde
la principal ocupación es crear proyectos magníficos, que jamás se ponen en
práctica y los habitantes de aquel infortunado lugar visten harapos y viven en casas
destartaladas, en medio de tierras fértiles sin cultivar, (esta descripción me dolió en mí ser
latinoamericano).
Finalmente, llega a Houyhnhnms, ahí los caballos hablan (sí, los
caballos) y son de naturaleza perfecta, comportamiento lógico y
racional, mientas que los humanos son unos salvajes, peludos, rapaces,
entregados a sus peores instintos.
“Los viajes de Gulliver”
fueron el gran acontecimiento literario del año 1726. Alejandro Pope, poeta
inglés y amigo de Swift le escribe: “toda
la ciudad, hombres, mujeres y niños, personas de toda condición social, no
hablan más que de este libro”.
Es
una obra humorística, de crítica social y política. ¿Por qué la infantilizaron?
Mientras
leía tuve esa sensación de estar “fuera de grupo” y pensé que los
lectores ingleses se divirtieron mucho más que yo, ellos sabían bien a quien
estaba ridiculizando, de quienes se estaba burlando Swift cada vez que el
circunspecto navegante Lemuel Gulliver describía las raras costumbres de las razas
de cada nuevo país que descubría.
A
mí me tocó investigarlo y de acuerdo a los académicos, la artillería apuntaba
contra la guerra entre Francia e Inglaterra, la rigidez del sistema educativo
inglés, la corte de Jorge I, su primer ministro Robert Walpole y los
científicos y filósofos de la “Royal Society”.
El
humor y la política siempre han ido de la mano, el humorista, por ética y
genética siempre estará en contra de lo establecido. En Venezuela existen ejemplos magistrales de
esa vocación, los gigantes Job Pim, Leo, Aquiles Nazoa que entregaron todo su
ingenio a los reclamos de la sociedad civil.
Hoy
más que nunca, los humoristas ocupan papel protagónico en el ánimo del
venezolano, soy de la tesis que ha sido gracias al humor que hemos aguantado
tanto mal gobierno.

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